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Desde 2013, tras la sublevación de Maïdan en Kiev, el destino del país ha permanecido en un punto muerto. A nivel social, la opinión está dividida: por un lado los nacionalistas y pro occidentales, por otro los pro rusos. Ucrania se enfrenta a una crisis fronteriza, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y el conflicto en el Donbass que se prolonga desde 2014, con más de 14.000 muertos[1].
Como resultado de esta agitación interna y externa, Ucrania está atrapada entre dos esferas de influencia[2]. De hecho, desde el punto de vista de la diplomacia exterior, está el hecho de que Rusia quiere mantener a Ucrania en su zona de influencia, mientras que los países occidentales, tanto la UE como la OTAN, tratan de aumentar su presencia en el país por razones estratégicas, sobre todo por el acceso al Mar Negro[3]. Además, al igual que Georgia, Ucrania ha solicitado el ingreso en la Unión Europea y en la OTAN, a lo que Rusia se opone firmemente.[4]Los recientes movimientos militares deben ser vistos desde esta perspectiva.
Desde 2014, los contactos, las asociaciones y las maniobras militares entre la UE y la OTAN y Ucrania, así como las relaciones bilaterales con los países miembros de la OTAN, han aumentado y se han profundizado.
Por ejemplo, a nivel europeo, en 2017 se firmó un acuerdo de libre comercio entre la UE y Ucrania y un programa europeo de exención de visados para los ciudadanos ucranianos[5]. En octubre de 2021 se celebró en Kiev la 23ª Cumbre UE/Ucrania[6] y en diciembre del mismo año se celebró en Bruselas una cumbre de la UE con los países de la Asociación Oriental, incluida Ucrania, en un intento de rebajar las tensiones con Rusia[7].
A pesar de la oposición rusa, la OTAN mantiene su política de puertas abiertas para el ingreso de Ucrania en la alianza[8]. El apoyo de la OTAN adopta la forma de una serie de medidas de asistencia y ayuda, a través de 16 programas de desarrollo de capacidades y fondos fiduciarios[9]. Además, en la Cumbre de la OTAN celebrada en Varsovia en 2016, se creó la Plataforma OTAN-Ucrania para combatir las prácticas de guerra híbrida[10]. Recientemente, la Agencia de Información y Comunicación de la OTAN (NCIA) y Ucrania firmaron un nuevo Memorando de Entendimiento (MoU) sobre cooperación en proyectos tecnológicos[11].
Entre los Estados miembros de la OTAN y de la UE, Polonia y los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) son los más implicados en las asociaciones y en la profundización de los intereses comunes con Ucrania, incluso en materia de defensa. Un ejemplo es el Triángulo de Lublin, creado en julio de 2020, que reúne a Polonia, Lituania y Ucrania[12]. Para entender esta mayor proximidad entre estas naciones, hay que recordar su historia; la antigua República de Polonia-Lituania, luego Gran Ducado de Polonia, fue siempre una apuesta importante en la estrategia de control de la región, ya sea por parte de los polacos, enemigos de los prusianos pero grandes aliados de los franceses, o del Imperio ruso. También hay que recordar que Kiev fue la primera capital de la Rus hasta que se trasladó a Moscú. Ucrania es un país cuya independencia es el resultado de unos acuerdos que no son antiguos, firmados en 1991. El país fue gobernado primero por la República de Polonia-Lituania y luego por los zares rusos, para quienes la región fue el granero hasta la caída de la Unión Soviética en 1989.
Sin embargo, Rusia pretende mantener sus posiciones, aumentando el número de tropas rusas a lo largo de la frontera ucraniana (situación anterior al 24 de febrero de 2022), organizando varios ejercicios militares con sus aliados, como recientemente con Bielorrusia[13]. China ha declarado recientemente su apoyo a Rusia en esta crisis[14]. Algunos países miembros de la OTAN incluso expresan su escepticismo sobre la entrada de Ucrania en la alianza, especialmente por sus intereses económicos, sociopolíticos y energéticos con Rusia (Francia, Italia, Alemania y Hungría)[15]. Las tensiones creadas por los acuerdos de explotación y suministro de gas ruso a Europa deben entenderse aquí.
Las numerosas reuniones ruso-estadounidenses y las visitas a Europa de funcionarios estadounidenses, como la del Secretario de Estado Blinken, preocupado por la situación actual de Ucrania, demuestran que el país sigue siendo más que nunca una frontera Este-Oeste, no sólo desde el punto de vista militar y socioeconómico, sino también desde el punto de vista geopolítico[16]. A pesar de los esfuerzos estadounidenses y franceses por evitar una escalada ruso-ucraniana, el futuro de esta "frontera" sigue siendo incierto[17].
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